Créditos hipotecarios, una meta todavía imposible para el grueso de la población
A pesar de una pequeña reactivación en los últimos meses, la financiación bancaria para la adquisición de viviendas está al alcance de muy pocos. El ingreso de los aspirantes, el monto de la cuota a pagar durante 20 ó 30 años y los valores de las propiedades conspiran contra las solicitudes.
El 2010 dejó récord de ventas en distintos rubros del comercio y la industria. Bienes tan disímiles como automóviles cero kilómetro y usados, televisores de LCD o paquetes turísticos resultaron un boom con excelentes marcas históricas. En el país y en Olavarría.
Sin embargo, las facilidades para acceder a distintos bienes de consumo no se trasladaron a otro plano, vital para las aspiraciones de todos los que intentan acceder a la vivienda propia. A pesar de una pequeña reactivación de líneas que en años anteriores se encontraban paralizadas, los créditos hipotecarios aún representan poco menos que un sueño imposible para la gran mayoría de los que buscan su casa.
Aunque operativamente, los bancos tienen las líneas habilitadas, y es común encontrarse con publicidades gráficas, televisivas y radiales que muestran la llave propia más cerca que nunca, en la práctica son contados los afortunados que consiguen préstamos para encarar la compra de una propiedad.
¿Cuáles son los principales problemas? Martilleros locales aseguran que para el olavarriense medio es prácticamente imposible conseguir más de 150.000 pesos en las entidades, y que ese monto no se acerca al piso de valores que hoy se manejan en el mercado. Del otro lado, gerentes y empleados agregan que en muchos casos, "en Olavarría los valores de las propiedades están sobrevaluadas". Muchas veces, los inquilinos sienten que la pelota va y viene, pero nunca la pueden agarrar.
Y casi todos coinciden en que la gran dificultad que se presenta a la hora de otorgar un crédito es la relación entre el valor de la cuota y el ingreso mensual del aspirante. Por ley, no se puede afectar más del 30% de los ingresos al pago de la cuota del hipotecario.
Cada 100.000 pesos pedidos, el cliente deberá pagar al banco cuotas mensuales que oscilan entre 1.300 y 1.500 pesos. "Hasta ahí sería posible. El tema es que con esa plata no se compra nada. Hoy, una casa en barrio CECO promedia los 200.000 pesos en su valor de venta", advirtió el martillero Juan Carlos Notararigo.
Por lo tanto, para adquirir una vivienda de ese precio, el aspirante debería pagar entre los próximos 20 a 30 años una cuota mensual de 2.600 a 3.000 pesos. Y, por lo tanto, debería comprobar un ingreso de 8.666 a 10.000 cada 30 días.
Sólo con decir que en la Argentina el salario promedio, según los números reflejados por el Indec, es de 3.939 pesos, bastará para graficar que el grueso de la población ni siquiera tiene chances de acceder a los montos mínimos ofrecidos por los bancos.
Los créditos hipotecarios salen, pero "a cuentagotas". A través de la experiencia y el conocimiento que da el trabajo cotidiano en el rubro, en más de una inmobiliaria precisan que los bancos que más prestan son los públicos Nación y Provincia.
También serían los más elegidos por la ya arraigada presunción de que esas entidades son las más tolerantes ante eventuales retrasos en los pagos. "En definitiva, son los últimos en llegar a remate", se sinceraron distintas voces al explicar por qué la balanza en este caso se inclina hacia el lado de las entidades gubernamentales.
Si la mayoría sigue sin acceder al financiamiento bancario para poder comprar una propiedad, entre los que sí logran el objetivo, el hipotecario tampoco es la solución integral para el problema del déficit habitacional, sino una ayuda que debe ser complementada con otros fondos.
"Hay que tener algún ahorro genuino para sumarle a lo que te da el banco, o algún empujoncito del entorno familiar o de algún amigo. Porque con los montos que se están otorgando, evidentemente no alcanza para cubrir los valores que tienen las propiedades", admitió Notararigo a EL POPULAR.
La soga al cuello
Meses atrás, el gerente de una importante entidad que ya dejó su cargo en Olavarría para seguir su carrera en nuevo destino, se sinceró ante una entrevista de este medio. Públicamente, habló de tasas, posibilidades, porcentajes de financiamiento y líneas disponibles.
Un rato después, más distendido y en confianza, confió off the record que "muchas veces se nos critica a los gerentes locales de los bancos, pensando que somos nosotros los que terminan trabando las operaciones. Pero en el medio, también hay una cuestión de responsabilidad y de pensar en el otro".
Entonces comentó que "me ha tocado atender gente, que llega a consultar con todas las ilusiones encima. Y uno los entiende, cómo no los va a entender si todos en algún momento hemos estado en la misma situación. Pero cuando empieza a mirar los ingresos mensuales de esa persona, o de esa familia, y mira las tasas que tienen los hipotecarios, en realidad diciéndoles que no, les está haciendo un favor. Porque uno les podría adjudicar el crédito y después que se arreglen... Pero si yo les doy ese hipotecario que están buscando, más que ayudarlos les estaría poniendo la soga en el cuello durante veinte o treinta años".
Quiénes compran
Para muchos resulta inexplicable que mientras tantos trabajadores olavarrienses tienen insalvables dificultades para alcanzar la vivienda propia, las construcciones de nuevos departamentos en toda la ciudad sea un fenómeno al que nadie se atreve a poner fecha de vencimiento.
"Operaciones hay, el movimiento se mantiene a pesar de todo. Lo que pasa es que en muchos casos, son los propios constructores los que levantan edificios como inversión propia. Y en muchos otros casos, los que terminan comprando esas propiedades no son justamente los que están buscando su primera casita o departamento. Son inversionistas, pequeños o medianos, que refugian sus ahorros en ladrillos. Y después venden, si aparecen interesados con fondos, o alquilan justamente a aquellos que no pueden comprar".
La demanda de los inquilinos es incesante y los precios de los alquileres siguen aumentando año tras año, a un ritmo que promedia el 20% por temporada.
Por lo tanto, entre alquileres en alza e hipotecarios inalcanzables, una importante franja de la población espera y desespera que alguna vez cambien las reglas del juego.
Mientras tanto, los que pueden, se resignan con lo que los especialistas económicos llaman "cortoplacismo": destinan sus ahorros a comprar un auto más nuevo, un aire acondicionado, televisores más modernos, computadoras de última generación, o un viaje. "Total, para qué van a ahorrar, si ven que la casa propia de todas maneras seguirá siendo un sueño imposible", explican.