Unos 4.000 kilos de alimentos, ropa y juguetes viajaron de Olavarría a Chaco
Fue en el marco del viaje que anualmente organiza el grupo Latidos del Alma. Los olavarrienses estuvieron una semana en Chaco y llevaron colchones, heladera, televisores, ropa, juguetes y alimentos para chicos de siete escuelas.
La comida que viajó más de 1.000 kilómetros en un camión repleto sirvió para evitar el corte del servicio de los comedores escolares, que estaban a punto de interrumpirse por falta de recursos. "Por eso la directora de una de las escuelas estaba tan contenta y por supuesto sumamente emocionada y agradecida", subrayó Silvia Pereira, una de las creadoras del grupo que en el 2014 cumplió su octavo viaje a ese lugar del país.
Latidos del Alma nació en 2001. "Los años anteriores veíamos a los chicos un poquito mejor, mejor de calzado y de ropa, pero este año hubo colegios que los vimos terriblemente peor. En muchos momentos me emocioné hasta las lágrimas, y pensaba ‘no quiero llorar porque no quiero que piensen que uno siente lástima’, pero fue terrible verlos con tanto frío, sin medias, con los deditos afuera, con mucho hambre. Es muy duro", graficó.
Por eso las zapatillas y la ropa para los chicos fue más que valiosa. Daniela Kriger, Susana Orlando, Patricia Pereira, Javier Dos Santos y Silvia Pereira llegaron hasta siete escuelitas que están ubicadas en las afueras de la ciudad, fueron al hospital del lugar, al hogar de ancianos y a un albergue para pacientes que viven alejados de la ciudad. "Llevamos un montón de cosas. Cuando llegás al lugar es muy inhóspito el paisaje, hay ranchitos de paja. Las paredes son de nailon negro y los nenes llegan a la escuela después de caminar unas dos horas, algunos a caballo. Al hospital llevamos muchos remedios, que son muestras gratis que nos dieron médicos amigos, y también pañales. Fuimos atendidos por el director general y el jefe de farmacia. Y al hogar de ancianos pudimos llevar un termo eléctrico que donaron de Olavarría".
Antes de decidir ir a Chaco, el grupo había viajado a Neuquén y Tucumán, pero "cuando fuimos la primera vez a Chaco tomamos conciencia de lo que es la necesidad. Y además después de varios años ya tenemos un vínculo con los docentes, que hacen un trabajo extraordinario". Sobre ese punto hizo hincapié la lomanegrense que fue una vez más a la mencionada provincia argentina. "Hacen de porteros, psicólogos, ayudan a sus alumnos cuando tienen un problema de salud, aconsejan a sus mamás, van hasta su casa a ver por qué no ha ido un alumno y generalmente se encuentran con que el nene está trabajando en algún campo. Allí se sabe lo que es dejar cosas por el otro. Es realmente admirable, porque es algo que se hace todos los días".
En Chaco, donde aún los chicos sacan agua de un aljibe, los integrantes de Latidos del Alma se encontraron con que "vamos al hospital y los nenes y los papás están desnutridos. Y a veces te pasa que, cuando cargamos el camión con toda esta solidaridad de Olavarría, me pregunto si les hará falta esto que uno lleva, porque es casi todo usado. Cuando llegamos confirmamos que sí, que todo es bienvenido, que todo hace falta", sintetiza.
Por eso hasta allí llevaron colchones, heladeras, cocina y moisés. "Y cuando uno ve la alegría de esas mamás que no tienen dónde hacer dormir a sus bebés, ahí todo tiene sentido. Viven de forma muy precaria. Las casas son muy humildes, hace mucho frío, se les llueve...", dice Silvia Pereira con notable emoción en su voz. Por eso todo lo reciben con alivio. Y con alegría y agradecimiento. "Uno incluso se pregunta si somos merecedores de tanto cariño y del reconocimiento que nos brindan", dice.
Para ellos "todo es importante. Llevamos cosas usadas y hasta una silla es importante. Es terrible que los chicos vivan de esta forma. Este año lo único que pedimos fue el termo y del Hospital de Pediatría nos habían pedido pintura para las cunitas. Nos han donado muchas cosas y lo que pedimos lo tuvimos automáticamente", agregó.
Los integrantes del grupo coinciden en un punto: "Ver todo eso es tomarnos más fuerte el compromiso de volver. Porque no le vamos salvar la vida a nadie, pero al menos podemos contribuir a tener más alimentos, a que estén un poquito más abrigados. Y también aprovechamos para compartir una merienda y un momento de juegos, que sepan que no están olvidados. Que acá hay gente que se acuerda de ellos y eso es más que importante", concluyó Silvia, segura de que la solidaridad olavarriense dijo presente una vez más.