永遠の航海士
Por Juan Manuel Reinoso, periodista narrativo
“La brújula anda bien, lo que se rompió es el mundo”
Tano Favalli
Todo lo que involucra a Ricardo Darín es un éxito. La potencia fotogénica de esos ojos azules detrás de la máscara no podía fallar. El Eternauta, con ese as en la manga del actor fetiche, ha roto records que ninguna otra película ni serie argentina había logrado. Es actualmente la serie más vista en trece países, doblada a catorce idiomas,subtitulada a treinta, con 41 mil millones de pesos en ganancias. Más allá de los números hay una historieta de Germán Oesterheld sobre el apocalipsis, extraterrestres, cascarudos y nevadas letales.
Una propuesta discursiva de ciencia ficción con simbologías ideológicas bien materializadas en un contexto de país con una profunda recesión económica. Un nadie se salva solo que fluye como marca y tensión entre lo individual y lo colectivo, entre un estado presente y un proyecto neoliberal salvajeque está arrastrando estructuras e históricas conquistas sociales.
Una muestra más de que la ciencia ficción rasga y penetra las vestiduras de lo real. Sectores de derecha argentinos que tratan de frenar e imponer otras interpretaciones sociales. Un Juan Salvo que hace algunos años atrás apareció intervenido con el rostro de Néstor Kirchner, uno de los presidentes argentinos de las últimas décadas que fundó un cambio de época, antes de Javier Milei, con esa idea de lo colectivo, la militancia y una desestructura para pensar la política tradicional que volvió a seducir a una gran parte de la sociedad argentina,después de ese vacío institucional del slogan colectivo que se vayan todos de 2001.
Una serie que se estrena veinte días antes de la elección legislativa en la Ciudad de Buenos Aires y que construye sentidos que afectan interpretaciones unitarias, y nada menos que en Netflix, una bestia del streaming individualista neoliberal que controla las suscripciones por domicilio y va contra los intereses colectivos de encontrarse con otros y otras en el cine barrial.
Una historieta del Siglo XX remasterizada en una serie del Siglo XXI, que muestra que el mundo evidentemente ha cambiado sustancialmente pero quizás no tanto las formas para pensarlo. Una propuesta quesufrió agudas críticas estéticas de referentes de la cultura nacional, pero igualmente trascendió fronteras e idiomas. En el plano internacional varios nipones, después de ver la serie, aprendieron a jugar al truco.
A nivel nacional Samuel, un niño de 5 años le preguntaba a su madre noche, después de la cena, cuándo era que se estrenaba la segunda temporada de lo que en Japón se traduce como el eterno navegante.
Ahora se entiende porque se irritan los sectores de la derecha con la serie, como dijo Leonardo Favio: “soy peronista porque no se puede ser feliz en soledad. En eso de que lo viejo funciona, no vaya a ser que reaparezca el peronismo, que sabe de records, popularidad,movimientos sociales y felicidad, un poco más que la lógica de mercado empresarial, que ha roto otros recordspero la mayoría vinculados a la desigualdad social.