Crecen las reservas y baja la inflación en Bolivia, pero Gonzalo Chávez advierte: “es oro contable y cebolla cara.”
En el arranque de mayo, dos datos económicos marcaron la agenda nacional: la inflación de abril fue del 0,90% y las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia (BCB) subieron a 2.618 millones de dólares. Sin embargo, el economista Gonzalo Chávez plantea una lectura crítica y matizada de estas cifras: “en cualquier país racional se descorcha un champán; en Bolivia, lo prudente sería un bicarbonato”.
Chávez explica que, si bien el dato mensual de inflación parece alentador, la inflación acumulada en lo que va de 2025 ya alcanza el 5,95%, lo que representa casi el 80% del objetivo anual de 7,5% fijado por el Gobierno. Además, la inflación interanual ronda el 17%, y en el caso de los alimentos, supera el 26%. “Vivir hoy cuesta un cuarto más que hace un año”, advierte el analista.
Entre los productos que más subieron figura la cebolla, con un incremento del 25,71% solo en abril, lo que Chávez describe como “un lujo aromático”. A pesar de que el INE reporta descensos en algunos rubros como el tomate, la papaya y el transporte interdepartamental, el economista subraya que la realidad del mercado continúa golpeando el bolsillo del ciudadano.
Respecto al aumento de las reservas internacionales en 640 millones de dólares desde enero, Chávez desmitifica el optimismo oficial: “no es que llegaron inversiones ni que llovieron dólares; simplemente subió el precio del oro”. Bolivia mantiene alrededor de 22 toneladas de oro en reserva, cuyo valor ha aumentado con la cotización internacional, que ronda los 3.000 dólares por onza troy.
Sin embargo, el incremento en el valor contable de estos lingotes no se traduce en liquidez inmediata ni en capacidad para comprar combustible o importaciones esenciales. “Es como decir que uno es más rico porque el precio del terreno en el Plan 3000 subió en internet”, ironiza Chávez. Además, plantea la duda de si ese oro ya ha sido comprometido como garantía financiera.
El economista cuestiona los discursos triunfalistas del Ejecutivo y sugiere prudencia: “nos venden hologramas de estabilidad mientras la realidad huele a cebolla cara y a tanque medio vacío”. En ese sentido, propone reservar el champán para una recuperación genuina de la economía, y optar por un “tecito de ajo, limón y sentido común”.