"Lo vi cuando entré, pasé por al lado y vi que miraba para adentro. Cuando salgo por la esquina escucho como que torea y se me abalanza. El instinto de uno fue poner la mano, fue derecho acá (indicó señalándose el cuello) y se ''prendió'' de la mano. Me lleva para atrás del envión, a mí me duelen aún los músculos de las piernas de la fuerza que hice, cuando se agarró de ahí por el instinto movía la cabeza, quería romper", indicó Juan Carlos Guillén, aún tendido en su cama. Un lugar que no deberá abandonar por, al menos, dos meses más.

Sin ahorrar en agradecimientos para el personal médico que lo atendió y las distintas personas que lo ayudaron durante y después del ataque, ya sean peatones o personas del kiosco y la remisera que se encuentran frente a la terminal, siguió su relato de los hechos, fundamentalmente las situaciones que tuvo que afrontar tras el ataque.

Inclusive, por consejo médico decidió comenzar a recibir distintas vacunas contra la infección y la rabia, más allá que todavía restan un par de días para que se conozcan los resultados para determinar esa situación. Además, los calmantes, otra serie de medicamentos y curaciones también forman parte de su rutina diaria.

"De la Municipalidad no vino nadie, tengo que agradecer a la veterinaria de Bromatología que se movió mucho. Se portó muy bien, al igual que la policía y la gente del Hospital Municipal", narró, a la par que su mujer recordaba el nombre de los profesionales que lo atendieron para hacer extensivo el agradecimiento. Los doctores Simón Zeitune, Natalia Tavella y todo el equipo médico se puede leer en el papel aportado por la mujer de Guillén, María Esther, para hacer extensivas las gracias por la dedicación.

"Yo le decía al doctor ''dale salválo'', poné el 50 % vos que yo pongo el otro 50''. Es la primera vez que estoy así, nunca estuve enfermo en mi vida", se apresuró en mencionar la víctima, a quien se le debieron practicar más de cien puntos de sutura en su brazo y el entablillamiento y otra serie de suturas en el dedo pulgar de su mano izquierda.

Por último expresó que "me arruinó el año. No sé si voy a tener la misma fuerza en el brazo, era una canilla de sangre. Un amigo médico me decía que hay que lavar mucho las heridas por las babas que el perro tiene. Eso es lo más peligroso me dijeron. No hay peor herida que la del perro, preferible que te agarre un auto. Un perro tiene mucha infección en la boca. Cuando me recupere voy a hablar con el Intendente, que haga una ley o algo pero que se preocupe por el tema, para que no le pase a otro. Si agarra a un nene o a una señora, o a mí en cinco o diez años más me hacía pelota, los reflejos no los tenés", finalizó.

La culpa no es del perro...

Osvaldo Enriqué, un reconocido veterinario de nuestra ciudad, también dio su opinión acerca de la situación y arremetió contra los dueños de los animales. Además, también apuntó a aquellos que realizan distintas "cruzas" entre las razas. "Uno si tiene un rottweiler puro, un pastor alemán puro, cualquier raza de guardia que ya de por sí tiene su carácter fuerte con pureza, uno ya sabe cómo es la característica de cada animal, entonces lo puede controlar. Pero cuando se realizan las cruzas, esas famosas cruzas para que sean más malos todavía, tienen un carácter que nunca se puede imaginar, qué puede llegar a ser ese perro cuando sea más grande. Hasta puede atacar a los dueños, puede hacer cualquier cosa", aludió.

"Este perro -continuó en su testimonio con Canal Local- se le escapó a alguien, porque este perro no anda por la calle. Se le escapa a alguien que no tiene ni siquiera la precaución de tenerlo bien encerrado. Se le escapa, muerde a otra persona, le destrozó la mano y el brazo y ni siquiera después se hacen cargo. Son cobardes, ni siquiera son responsables de ir y decir ''el perro es mío, me hago cargo, se mandó una macana. Es culpa mía yo soy responsable", disparó.

Asimismo, narró que más allá de que no se denuncien o trasciendan, este tipo de ataques por perro de gran dimensión son más frecuentes que lo que uno imagina. A la par, el Parque Mitre o distintos lugares de esparcimiento son en su mayoría la sede de este tipo de casos.

"Cuesta mucho enseñarle a esa gente que tienen que salir con correa, con collar y con bozal. Te dicen que no lo van a hacer y lo dicen muy abiertamente, muchas veces me pasa y discuto con la gente. Vas por el parque y ves cómo anda todo el mundo con esos perros grandes y sueltos. Anda gente con las mascotas chicas, con esos perritos que son inofensivos y los llevan con correa y ves a los que tienen esos perros grandes cómo los tienen sueltos", agregó.

Por último, explicó que "los que sí son agresivos son éstos que tienen dueño, que están siempre encerrados y muchas veces están muy nerviosos, están excitadísimos porque encima están ''enteros'', es decir que tienen los testículos, y nunca tienen relaciones sexuales con ninguna perra. Entonces, muchas veces son perros que están muy alterados porque tienen las hormonas liberadas al máximo y no tienen ninguna descarga sexual, entonces se excitan tanto que se ponen así de agresivos", finalizó.