"Soy la plantita más regada del planeta", asegura una de las peluqueras más famosas de Olavarría, para referirse al amor que siempre le brindó la ciudad del cemento. Josefa Casán se atribuye ese apellido artístico en referencia a la vedette Moria Casán, a quien admiraba en su adolescencia, cuando jugaba junto a sus amigos a actuar y trasladarse a un mundo imaginario con muy pocos recursos materiales.

Ahora estamos en su peluquería, y ella simula tomar alcohol en una copa a modo de broma con lo que en realidad es té negro. Se niega a salir fotografiada sin maquillaje y mientras le corta el pelo a una muchacha con una cabellera que le llega hasta la cintura, admite que las travestis son talentosas porque la sociedad las oprime de una manera que tienen que demostrar que saben más que otros para que las quieran. Habla entre risas, y aunque confiesa que no siempre fue así, en general no tiene problemas porque su cabeza es alegre y lleva una vida saludable. "Mujeres maravillas no existen", se excusa.

-¿Cómo es ser una chica trans en Olavarría?

-No es lo mismo en el 2014 ser una chica trans, gay o travesti, que hace 30 años cuando ni siquiera había democracia. Había abusos desde la policía, no había apoyo legal. Últimamente ha habido un avance muy grande en esto de poder cambiar tu nombre, lo que sentís. Yo figuro Josefa Martínez en el documento, y sé que no soy una mujer, fisiológicamente no lo soy. Que parezca o me sienta mujer es otra cosa. Ser una chica trans me parece que es fantástico, yo me siento muy orgullosa, me siento muy feliz, lo llevo con mucha altura, porque en las ciudades chicas hay un consumo de travestis muy grande. Pueblo chico, infierno grande. Pero yo pude desarrollarme en mi trabajo, inspiré mucho respeto, soy respetuosa y recibo respeto. Creé un personaje que se llama Josefa Casán y que me ayudó".

-¿En qué te modificó la Ley de Identidad de Género?

-A mí me cambió muchísimo, me sentí más respetada desde el Estado, me pareció un adelanto fantástico. No me cambió en lo personal, pero porque acá yo soy muy conocida. No es mi caso el de todas las chicas trans tampoco. Yo soy Josefa Casán, ya saben lo que soy. Pero si voy a un hotel en el exterior, ¿por qué tengo que mostrar una foto de varón si yo no soy eso? Y lo del casamiento igualitario también me pareció fantástico, que puedas preservar a la persona que querés me parece buenísimo". 

-¿Tenés un primer recuerdo de cuando comenzaste a travestirte?

-Sí, desde chiquita, desde el Jardín de Infantes. Cuando vos terminás en la sala de 5, la maestra te entrega una carpeta con los dibujos y en el final escribe lo que observa del chico. Y esa maestra fue la primera que observó que yo siempre jugaba con las muñecas, hacía siempre de mamá. Una vez mi papá, cuando era chica, me dice: ''¿gordo, qué querés para el Día del Niño?'' Y yo le respondí: ''ay, quiero la muñeca de Andrea del Boca que dice mamá'', que en esa época era lo mejor. ¡Uy, no saben la que se armó en mi casa! En realidad, pienso que siempre sabrían lo que era yo, porque siempre fui muy femenina. Más femenina que ahora, porque mi personaje no es femenino".

-¿Sufriste discriminación en tu propia familia?

-Sí, mucha. Más de la familia que de afuera. Ya está todo superado. No es un pase de factura, era otra época, no sabían cómo manejar el asunto y no estaban preparados. Así que me parece que los entendí yo a ellos primero. Mi papá se murió de un infarto y antes de morirse dijo: ''le quiero pedir perdón al gordo'', porque a mí me pegaba mucho mi papá. Y siempre fue buenísimo, pero me parece que esa era la forma de expresar su bronca. Después me enteré que en su trabajo le pegaban carteles en el baño. En ese momento, un hijo puto, una chica embarazada de soltera, era tremendo".

-¿Cuál es tu opinión sobre Olavarría como sociedad respecto de la diversidad?

-Yo no sé si la sociedad olavarriense tendría que cambiar en algo. Fui maquillada de chica a todos lados, hubo momentos en que no me dejaban entrar a baños de mujeres y era terrible entrar al baño de varones. Pero ahora hay baños mixtos, el mundo está cambiando. Y yo veo que en Olavarría estamos mucho más avanzados que en otros lugares del mundo. Por ejemplo, en Venezuela hay muchísima discriminación, en Turquía ni hablar: te pueden llegar a meter preso o matar. Olavarría es fantástica, tiene un mundo sexual tremendo.

-¿Qué consejo le darías a una persona trans, gay o que se siente confundido/a con su cuerpo?

 -Una vez estaba en la peluquería y entra un hombre medio paisano y me dice: ''tengo que hablar con usted''. En realidad, era una mujer, media petisa, con orejas grandes, no muy agraciada estéticamente, y me cuenta que cuando iba a sentarse a la mesa le decían ''ahí llegó la desgracia de la familia''. Entonces yo le digo: ''amor mío, desgracia no es que seas gay; desgracia es las orejas que tenés''. Y ella me respondió: ''me gustaría que vayas a hablar con mi familia, porque ellos a vos te admiran mucho''. Y yo creo que debe haber muchos casos así. Es tan triste cuando te castigan. No es una elección sexual, yo no elegí ser distinto, si no hubiese elegido ser natural. Yo lo sufrí muchísimo y tanto lo sufrí que canalicé en la risa. Si no lo canalizás desde lo artístico, profesional o sentimental, eso se vuelve tóxico. Cuando yo era chico había muy pocos putos conocidos y si les gritabas algo te corrían, estarían cansados pobres. Pero ahora es divino ser puto, yo le aconsejo a todo el mundo que se haga puto, es fantástico (risas).

L. L.

Fotos: Elizabet Kenny