La tensión entre Estados Unidos e Irán continúa en aumento. Recientemente, el Parlamento iraní aprobó una moción para cerrar el Estrecho de Ormuz, como respuesta a los ataques aéreos estadounidenses contra tres instalaciones nucleares en Irán. Si el líder supremo Ali Khamenei da su visto bueno, esto podría tener un fuerte impacto global, afectando los mercados energéticos, elevando precios de combustibles y repercutiendo en la economía mundial.

El Estrecho de Ormuz, ubicado entre Irán y Omán, es un paso marítimo crucial que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el mar Arábigo. Con solo 161 km de largo y 34 km en su punto más estrecho, alberga dos canales de navegación usados por numerosos petroleros. Según la Administración de Información Energética de EE.UU., en el primer trimestre de 2025, pasaron por allí casi 15 millones de barriles diarios de crudo y 8 millones de barriles de productos petroleros, alrededor del 20% del comercio petrolero mundial. Su cercanía a la costa iraní expone a los barcos a ataques con misiles y patrullas.

Aunque Irán no es el mayor exportador que usa el Estrecho —ese lugar lo ocupa Arabia Saudita—, controla esta vía estratégica. Un cierre afectaría especialmente a Asia, pero también a EE.UU., que recibe cerca de 2 millones de barriles diarios por allí. Expertos pronostican un aumento abrupto de precios; Marko Papic de BCA Research indicó que podría subir entre 30 y 50%, con crudo superando los 100 dólares por barril, aunque la duración es incierta.

Greg Kennedy, del King’s College, señaló que el impacto sería global y no solo regional. Brian Krassenstein advirtió que en EE.UU. el precio de la gasolina podría llegar a 5-7 dólares por galón según la duración del bloqueo. Además, se prevé especulación, compras adelantadas y acaparamiento de reservas, lo que subiría aún más los costos y afectaría los mercados financieros, inversiones, confianza económica, empleo y bolsa.

El vicepresidente estadounidense JD Vance calificó un bloqueo como un "suicidio" económico para Irán, recordando que toda su economía depende del Estrecho. Marco Rubio pidió a China, aliado de Irán, que intervenga para evitarlo, resaltando el riesgo para sus propias importaciones petroleras y advirtiendo sobre las consecuencias globales negativas.

Tras los ataques en instalaciones nucleares, Irán estudia opciones. Mientras, decenas de petroleros buscan salir del Estrecho, con unos 50 grandes barcos tratando de retirarse según el inversor Spencer Hakimian. Grecia recomendó a sus armadores revisar el uso del paso.

Donald Trump advirtió que cualquier represalia iraní sería respondida con mucha mayor fuerza, y no se descarta una acción militar para proteger la navegación, en un contexto muy delicado.

Aunque el Parlamento aprobó la moción, la decisión final la tiene Ali Khamenei. Durante años, Irán ha amenazado con bloquear el paso como represalia a sanciones, pero nunca lo ha cerrado, ni siquiera en la guerra con Irak.

Para mitigar riesgos, países productores diversifican sus rutas. Irán abrió en 2021 una terminal en Jask para exportar sin pasar por el Estrecho. Arabia Saudita usa un oleoducto de 1.200 km hacia el Mar Rojo para evitar Ormuz. Emiratos Árabes Unidos tiene un conducto a Fujairah que puede enviar 1.5 millones de barriles diarios. Irak depende del Estrecho por Basora, mientras Kuwait, Qatar y Baréin no tienen rutas alternativas y usan Ormuz. La mayoría del petróleo que pasa por allí va a Asia.

La situación actual es crítica y la comunidad internacional vigila atentamente. El conflicto creciente con Israel y EE.UU. aumenta el temor a un bloqueo que no solo sería una crisis energética, sino también un desafío geopolítico de gran envergadura. Los próximos días serán decisivos para ver si predomina la diplomacia o se intensifica el enfrentamiento.