La Visitación
"María, en este día en que la Iglesia celebra la visita que hiciste a Isabel después que el Hijo de Dios se hizo carne en tu seno, nuestra primera oración será alabarte y bendecirte. ¡Bendita tú eres entre todas las mujeres! ¡Bienaventurada tú que has creído! ¡El Poderoso ha hecho maravillas en ti, la maravilla de tu maternidad divina! Velas sobre la Iglesia de la que eres Madre y velas sobre cada uno de tus hijos como lo hiciste con tu prima Isabel". (San Juan Pablo II) Esta fiesta fue instituida por el papa Urbano VI en el año 1389.
En el encuentro entre la joven María y la ya anciana Isabel, el protagonista oculto es Jesús. María lo lleva en su seno como en un sagrario y lo ofrece como el mayor don a Zacarías, a su esposa Isabel y también al niño que está creciendo en su seno. "Apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo -le dice la madre de Juan Bautista-, saltó de gozo el niño en mi seno (Lc 1,44). Este fue el primer reconocimiento público de la Virgen como Madre de Dios. "Donde llega María está presente Jesús. Quien abre su corazón a la Madre, encuentra y acoge al Hijo y se llena de su alegría" (Benedicto XVI 2006).
El Padre Kolbe en uno de sus escritos se refiere a esta Fiesta: "Han pasado ya dos mil años desde el día en que la Virgen Inmaculada visitó a Isabel, su parienta, y en este día celebramos el recuerdo de ese acontecimiento. En realidad las visitas de la Virgen Santísima perduran hasta el día de hoy y las recibe cada alma, mucho más a menudo de cuanto la misma alma puede imaginar. (…) ¿Quieres que Ella entre frecuentemente dentro de ti? ¿Que habite firmemente en tu alma? ¿Deseas que Ella dirija tus pensamientos y tome posesión de tu corazón? ¿Deseas vivir totalmente para Ella? Si deseas de verdad todo esto, ábrele tu corazón de par en par y conságrate a Ella sin ninguna restricción y para siempre, aunque sea con el solo suspiro del alma. (Escrito Kolbe 1216).
La Visitación, valga la redundancia es, "una visita que perdura", María sigue caminando y visitando, invitándonos a la alegría porque el Espíritu sigue actuando. Nos invita a caminar por el mundo anunciando lo que es capaz de hacer en cada persona el amor y la misericordia del Todopoderoso. La invitación es ser con y como María portadores de Dios, sus mensajeros.
Cada uno de nosotros tiene necesidad "de visitas de este estilo" que nos estimulen al servicio, a la alegría, al compartir, a la comunión, al maravillarnos de los milagros cotidianos que nos rodean. Es una ocasión para "dejarnos visitar y visitar al mismo tiempo" y así, iremos creciendo día a día en humanidad, abriéndonos a los demás para hacerlos felices.
(*) Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría