En la educación formal el título de maestro se consigue a muy pronta, en cambio en el fútbol deben pasar muchos años y se debe acumular mucha sabiduría para que el jurado popular otorgue tan elevada distinción.

Luis Oscar Aresi vino desde Temperley a Olavarría con poco más de 20 años para jugar en Ferro en 1959, y a los 23 los periodistas de aquel tiempo lo consideraban un maestro. "Luis Oscar Aresi, un joven maestro del fútbol, de 22 años, fue el hombre que el domingo salvó con dos goles la angustiosa situación de Olavarría, que en el primer tiempo perdía 2-0 con Carhué" destacaba en sus páginas el diario El Popular en 1962, bajo el título "Un maestro Aresi nos libró de la angustia".

Aresi conformaba una delantera de Olavarría que subsistió para la historia: "Potrillo" Piris, "Coco" Sánchez, el "Muyo" Barrionuevo, "Cuico" Sandoval y Eiras.

Morcino, un jugador de Ferro que vivía cerca de su casa natal, en Temperley, ofició de intermediario cuando Luis quedó colgado en una cuarta de Gimnasia y Esgrima La Plata.

Era un nueve que sabía con la pelota. "Soy el segundo goleador en la historia de la selección de Olavarría en campeonatos argentinos después de Mario Husillos" aclaró una tarde del verano de 2009 con orgullo, en su célebre taller de elásticos ubicado donde la calle Saaveda casi se choca con el semáforo de Del Valle, de mameluco engrasado, como se lo podía encontrar cada día de su vida.

"Me llevaba bien con mis compañeros, pero también con los rivales, porque con los nenes que había que había de defensores mejor no llevarse mal... Estaban Barrera en Sierra Chica, Scrimizzi y Tagliaferro en San Martín; en Calera estaba Battiato... uhhh, lo que pegaba Battiato. Después, por suerte, lo tuve de compañero en Ferro" contó.

Luis falló sólo un penal en su carrera. Fue frente a Bahía Blanca, por un campeonato argentino, la tarde que se anotó con los dos goles para la selección en la derrota 4 a 2.

Según su confesión fue porque ese año cambiaron la pelota por una más liviana. "Despacito y a un costado" era su receta cuando llegaba al punto que está a doce pasos del arco.

El secreta de esta infalibilidad respondía a horas de práctica en un campito en Estrada, entre las vías de la estación Temperley, con una curiosa herramienta: sus hermanos mellizos Héctor y Juan eran lols colaboradores. "Yo los ponía parados a 40 cm de los palos, y la pelota tenía que entrar por ese espacio. De tanto ensayarlo, uno va tomando precisión. Si después en la cancha podía repetirlo era imposible que los arqueros llegaran".

Aresi dejó una anécdota dramática. Un tren embistió a su camioneta en el paso a nivel de la calle Balcarce. "Y jugué igual", aclaró.

Al tiempo largó. "Ya jugaba de diez o de ocho, y me hacía correr al volante que andaba por mi sector; ya no estaba para esos trotes, porque los domingos a la mañana también trabajaba en el taller. Para mí era un sacrificio y yo nunca me sacrifiqué adentro de una cancha". Toda una autodefinición.

Luis Aresi se retiró en 1968 con una deuda que jamás pudo pagar: nunca pudo salir campeón con Ferro Carril Sud.

Al año siguiente apareció el histórico equipo de Luisito Mas y acabó una larga época de frustacioones.

(*) Extracto del libro "Bolsas de carbón"