Las fotos de esta semana de Kicillof con sus pares de Chubut y Santa Fe, “Nacho” Torres y Maximiliano Pullaro, son la concreción más clara de esa metodología. Kicillof les prestó ambulancias y patrulleros hasta que lleguen los móviles que ellos, que asumieron a principios de año, ya compraron. Cubrió así un vacío concreto que dejó Milei. La traducción del gesto que el bonaerense busca instalar es que hay una manera diferente, y eficiente, de gestionar. El buen trato es también un intento explícito de contrastar la frecuente furia presidencial.

La cercanía que permitió el doble gesto es el producto de un diálogo poco estridente pero fluido que, como se contó acá, comenzó a principios de año, cuando la versión original de la Ley Bases generaba pánico aun entre los gobernadores cercanos a la Casa Rosada. Algo de ese timming se replica ahora: Kicillof apuró los encuentros y tanto el radical Pullaro con Torres, que es PRO, aceptaron. Milei respondió enojado desde España porque comprendió que elevaron el precio de un acuerdo, con el dictamen de la versión “redux” de la Ley de trasfondo.

Todo el episodio encierra mensajes internos: lejos de ser figuras hegemónicas en sus propios espacios, tanto Torres como Pullaro le hablaron también a sus propios partidos. Para Kicillof la excursión fuera de la provincia es parte de un trabajo de “nacionalización” de su armado que lo muestra con los dirigentes que no son peronistas. El movimiento hace juego con la idea de “abrirse” hacia otras fuerzas que tuvo concreciones en Rosario, donde Carlos Bianco sumó a sectores del Evita y a Ciudad Futura, el armado de Juan Monteverde que casi gana la intendencia.

En sincronía, Kicillof dio una orden para desescalar –o morigerar- la pelea interna: “no podemos sumar un ismo más”, le dijo a sus coroneles políticos en la previa del plenario de la militancia que realizó en Varela. Su intención fue es desestimular la idea que se trató del nacimiento del “axelismo”, aunque está claro que es la primera concreción de un proceso de acumulación “multisectorial” propio. Dato: el gobernador descongeló el vínculo con Máximo, hubo intercambio vía WhatsApp, invitación a participar y declinación, pero todo en buenos términos.

Ese intercambio, que incluyó promesas de verse pronto, relativiza una mirada silvestre que podría sobreestimar el faltazo de todos los ministros provinciales con pertenencia camporista –Kreplak. Mena, Vilar, Saintout-  al plenario, o el folklore de los cantitos que pedían por “Axel Presidente”. Una lectura que sugieren ajustada en La Plata sería: nadie se bajó de su postura, pero puede que la disputa se encauce a una negociación por la conformación de la lista el año que viene sin llegar a una interna formal. Y con el 2027 en zona de puntos suspensivos.

“Hay que consolidar la gestión como marca propio, como diferencial de identidad, y correrse del lugar del candidato que ya está puesto”, explica alguien del entorno más cercano de Kicillof. Eso también forma parte de la nacionalización centrada en la crítica a Milei que ensaya el Gobernador. La segunda parte de la cláusula tiene dos espejos en los que el Gobernador no quiere mirarse: Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa, otro ausente del plenario. Cree, sobre todo respecto del primero, la anticipación con que se calzó el traje de candidato fue motivo de un desgaste también prematuro.

Convivencias y destratos

En la oposición, la consolidación de José Luis Espert como hombre fuerte de La Libertad Avanza en la provincia convive con el despliegue de Karina Milei. “La jefa” manda y ordena. En la semana encargó a su delegado personal prevenir rupturas. Sebastián Pareja fue efectivo: se reunió con los dos bloques parlamentarios propios y Teodoro Vera sigue en la bancada de Diputados. En paralelo, Espert realiza reuniones que ilustra con fotos que dicen “Pensando en PBA”. Se construye como la contracara perfecta de Kicillof, a quien quiere suceder: si algo dice cada vez que puede el Diputado es que la única política posible hoy es la que aplica Milei, con su ayuda.

En PRO, en tanto, la tensión entre Patricia Bullrich y Mauricio Macri sigue en aumento. El Expresidente asumió la conducción de un partido nacional  que sufre drenaje de dirigentes hacia  LLA y amenaza con diluirse si al Presidente de la Nación le va bien. La Ministra, que quiere acelerar la fusión con los libertarios, le organiza a Macri actos en Provincia y lo “jubila” por los medios. Pero Macri resiste: manda a María Eugenia Vidal al responderle y alienta a Grindetti a subir su perfil (el viernes hizo un plenario) como nombre “propio” alternativo al de Diego Santilli para las listas. El partido en Provincia puede ser el próximo escenario de esa batalla. (DIB)